El heroico viaje de una mujer desde Etiopía hasta Israel

29/Jun/2023

Ynet Español- por Korin Elbaz Alush 

Ynet Español- por Korin Elbaz Alush 

La activista sionista Naama-Sisaynesh Yitzhak fue torturada tras su captura en la frontera etíope con Sudán, mientras guiaba a judíos que se dirigían a Israel, pero luego de que su salud mejorara, decidió dedicarse a la medicina.

Naama-Sisaynesh Yitzhak nunca olvidará el momento en que decidió hacerse enfermera. Sucedió después de que la capturaran cuando intentaba pasar judíos de contrabando por la frontera de Etiopía, la torturaran y la llevaran a un hospital donde la curaron.

 

“Me interrogaron sin descanso durante meses, me golpearon, me colgaron de la pared”, recuerda. “Luego me trasladaron a un hospital. Estuve siete días, me dieron cama, comida y me trataron como a un ser humano. Ese día me prometí a mí misma que sería enfermera”, agrega al relato.

Yitzhak (53) convirtió su sueño en realidad y hoy es madre de cuatro hijos y enfermera titulada. Pero el largo viaje hasta el presente empezó cuando ella tenía sólo 15 años y se escapó de casa para estudiar en Gondar.

“Fui reclutada por Zachariah Yona, que trabajaba para el Mossad”, cuenta. “Grupos de judíos venían a mi apartamento antes de emprender el viaje a Israel. Al cabo de mucho tiempo, y como corría peligro, me pidieron que llevara a un grupo de personas y nos dirigiéramos a la frontera con Sudán”.

Pero los capturaron en la frontera y los encarcelaron. El activismo sionista de Yitzhak quedó al descubierto y se la llevaron para interrogarla.

“Soporté tres meses de torturas. Me sangraban las piernas, se me cayeron todas las uñas, y luego me llevaron al hospital”, recordó. Tras ser tratada, la enviaron a prisión durante nueve meses, donde las condiciones eran muy malas. “Éramos cerca de cien mujeres en una habitación, algunas eran asesinas y ladronas. Allí se habían extendido las enfermedades y contraje malaria y casi muero”, sostiene.

Mientras tanto, en Israel, Zacarías, junto con el tío de Itzjak y su esposa, que eran funcionarios del gobierno, trabajaron para conseguir su liberación. “Finalmente, consiguieron liberar a 31 presos políticos, y yo estaba entre ellos”, dijo. Pero su historia no terminó ahí.

A pesar de comprometerse a no volver a participar en actividades sionistas y de correr el riesgo de ser ejecutada, siguió poniendo su vida en peligro por el bien de Israel. “Dos semanas después de mi liberación, se pusieron en contacto conmigo y me pidieron que fuera a Addis Abeba para ayudar a un grupo de jóvenes que planeaban emigrar a Israel”, cuenta.

Durante ocho meses trabajó en favor de la inmigración antes de hacerlo ella misma.

Ytzhak estudió enfermería y hoy es subdirectora del Departamento de Enfermería del Hospital Herzfeld de Gedera. “Volví a Etiopía después de escribir un libro sobre mi vida”, cuenta. “La cárcel donde estuve presa había sido incendiada, y cerré el círculo. No guardo rencor al lugar donde crecí”.

Este domingo, Itzhak fue homenajeada junto con muchos otros que se sacrificaron por el sueño sionista, en una ceremonia celebrada en Jerusalem. Participaron más de 700 presos por su trabajo en favor de la causa sionista, y sus familias. Hasta el momento, se ha reconocido a unos 3.400.

El Ministro de Inmigración e Integración, Ophir Sofer, declaró: “Estoy orgulloso de la digna ceremonia que honra la lucha y la determinación de los encarcelados por ser sionistas, de todos los rincones del mundo. Seguiremos trabajando para preservar su legado para las generaciones futuras”.